Patrimonio popular, patrimonio oral, patrimonio cultural, patrimonio inmaterial… distintas denominaciones para referirse a un mismo concepto. Hoy en día tanto los investigadores como los mandatarios de diversas administraciones reconocen la importancia de conservar y valorar el patrimonio propio. Entendido el concepto de patrimonio en su acepción más amplia y completa, esto es: el patrimonio etnográfico (vida cotidiana, oficios, costumbres, juegos, ritos y actividades ligados a las estaciones del año y al calendario festivo…); el lexical (palabras, refranes, locuciones…); el etnolingüístico (canciones, cuentos, versos…) entre otros. Al fin y al cabo nos referimos a un patrimonio inmaterial, invisible, que hasta hace unas décadas se transmitía oralmente de generación en generación.
En los últimos tiempos, el modo de vida se ha transformado radicalmente: las costumbres de la sociedad han cambiado, las innovaciones y adelantos tecnológicos han desarrollado hábitos y formas de relacionarse diferentes… Se han producido grandes cambios en un plazo muy corto de tiempo, con lo que la forma de vida que llamamos tradicional prácticamente ha desaparecido y la transmisión oral y natural del patrimonio ha quedado interrumpida.
Es preciso, por tanto, recopilar y conservar el patrimonio de un modo sistemático, siguiendo una metodología adecuada, de boca que quien todavía recuerda y ha conocido un modo de vida que ya se va. Y también de testimonios actuales, que en muy poco tiempo serán también pasado. Por todo lo dicho, el Instituto Labayru lleva ya varias décadas cumpliendo con esa tarea. Así, mediante la investigación de los materiales recogidos ―tanto orales, escritos, como audiovisuales― podremos lograr nuestro principal objetivo, que no es otro que recoger la cultura y sabiduría popular, analizarla, adecuarla y transmitirla a la posteridad. Así conseguiremos que ese patrimonio perdure, y que al igual que lo fueron nuestros antepasados, las futuras generaciones sean también conocedoras y poseedoras de esa riqueza cultural.